Archive for enero 2010

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La última

enero 17, 2010

No me canso. Nunca me canso de escribir. Me canso de que me lean. Mis amigos sabrán donde encontrarme…

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Dialéctica de la supervivencia

enero 13, 2010

Me siento fría, pegajosa y húmeda. Antes, cuando los días eran soleados y azules, solía maullar, pero desde que solo llueve en este Madrid-Macondo, los gatos hemos abandonados los tejados por el charco.  Ahora, a punto estoy de verme crecer escamas en la espalda. No sé, tendré que escoger entre la casilla A o B… Si convertirme en pez o en rana. Croar a saltos o nadar en círculos dentro de una pecera.  Algo tendré que hacer si la lluvia persiste. La supervivencia es inminente y la transformación es parte de la cura.

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Estados de ánimo

enero 9, 2010

Te lees un libro, una poesía y se acaban las páginas sin enterarte. Ves una película, dos, tres, una detrás de otra para conseguir aturdirte y pensar que no existe otra realidad que esta de la pantalla. Pruebas contigo misma y te quedas en la cama jadeante e insomne.  Asistes al teatro de la mano del frío, esperas a Nadie bajo la marquesina luminosa. Te sientas al lado de unos desconocidos y por la hora de función ríes al unísono, como si sus carcajadas fueran las tuyas, en un acto de apropiación indebida, pero -visto el caso- lícito.  Al final aplaudes simultáneamente, ellos no usan tus manos, tampoco  tocas las suyas. Regresas a esta casa, que de ahora en lo adelante no será más ‘tu’ casa, sino solo ‘esta’.  Te llama alguien, se interesa por ti unos minutos, tu voz habla y hasta hace un par de chistes en tu nombre. La conversación acaba y solo queda el vacío en el que resuenan impacientes los latidos de tu corazón.

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Prohibido mirar por el retrovisor

enero 2, 2010

Desde el retrovisor miro el panorama. Mi vecino del fondo a la derecha se saca un moco y lo examina como si fuera un objeto precioso, pero solo es un trozo de su intimidad que le robo a través de mi espejo;  lo miro hasta donde puedo soportar el asco y desvío mi atención a la pareja que ocupa el coche que queda justo a mis espaldas.  No se hablan, porque quizá ya se lo han dicho todo o peor, nunca han tenido nada que decirse. Ambos observan por sus ventanillas, él acaricia con sus ojos el coche de al lado y la mirada se le derrite de lujuria por ese Audi que ocupa sus sueños de chaval con cara de ansia. A ella no consigo descifrarla, por más que trato no encuentro cuál es el objeto de su atención. Tiene tanto maquillaje que sus pupilas se ahogan en una mancha de pintura y artificio.  La boca es un gesto entre resignación y rabia.  Tal vez me equivoco y él solo es el hermano que la lleva a una cita en el dentista. Es demasiado tarde y los dentistas no trabajan los sábados, me desdigo.  Imagino qué música suena en los otros coches. A mi lado, ninguna, porque este habla por el bluetooth y gesticula como un loco. El de los mocos, podría estar escuchando a Rihanna. La pareja  tiene sintonizado a los 40 principales y él golpea el volante al ritmo de ‘Esclavo de sus besos’ , de David Bisbal. Aprieto el acelerador, mientras  ‘Lonely stranger’,  de Eric Clapton se mete por debajo de mi tristeza.  Tengo que dejar de mirar por el retrovisor y aceptar la indecente proposición del parabrisas. Ese es mi proyecto para el 2010.