Archive for the ‘cultura’ Category

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Atracón de esculturas

julio 4, 2009

No voy a poder ir a las exposiciones de esculturas, porque tengo la tendencia irreprimible de tocar.  Hoy fuí a ver ¿Olvidar a Rodin?, la muestra que ha organizado Mafre en su fundación del Paseo de Recoletos, en Madrid.  Me reconcilió con el arte y me provocó sensaciones.  ¡Qué bueno volver a sentirlas! y que sea el arte quien las provoque. Es que hace varias semanas la muestra de Matisse en el Thyssen me dejó tal indiferencia en el alma que pensé que me había quedado frígida de por vida.  A Rodin lo conocía y sus esculturas tienen una gestualidad que es como si te hablaran, quizás es que me acerco demasiado, pero me vienen ganas de calmarlas o de darles un achuchón de consuelo. Casi nunca erótico, debo decir.  Descubrí a un escultor ruso,  Archipenko, parte de ese grupo de artistas quemediterranea-escultura se refugió de la tranquilidad de principios del siglo XX  en un París, donde sólo importaba el arte y no la mujer de Sarkozy.  El ruso tiene tres piezas, una de ellas hecha con cemento.

La muestra está organizada en dos plantas, pero me quedo con la alta. Con la fantástica mujer de Maillol, ‘La mediterránea’, esa mujer de anchas espaldas,  tan real como sensual, a la que le hubiera paseado mi mano por encima si las dos guardianas de la sala no hubieran adivinado mis intenciones.  Quizá si me hubieran dejado hacerle un par de fotos para tranquilizar mis manos, pero tampoco estaba permitido.  Id a verlas, yo me quedé feliz, pero intranquila.  Ante tanto cuerpo de mujer.

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Cuatro poetas malditos

noviembre 18, 2008

Hoy me he perdido el primer encuentro de «La otra poesía». A pesar de mi interés no pude llegar a la partida con los incómodos y malditos: Fonollosa, Gabriel Ferrater, Joan Vinyoli y Estellés. Durante los próximos tres martes siguientes serán leídos en el Centro Cultural Blanquerna de Madrid. Hoy fue la primera sesión y correspondió escuchar a Fonollosa, el único del que he leído apenas unos pocos poemas. Lo leyó Dionisio Cañas, que dijo que Fonollosa era tan maldito que muchos dudaban de su existencia real. La próxima semana, el martes 9 de diciembre, tocará escuchar la poesía de Estellés. Carme Riera, ganadora del Premio Nacional de Narrativa en 2001, será la encargada de acercarse a la obra de Ferrater en la segunda jornada del ciclo, mientras que Mario Gas, director del Teatro Español de Madrid, llevará al público los versos de Joan Vinyoli el día 2 de diciembre. Bueno, qué bien respirar un poco de aire poético entre tanta crisis y tanto 2008 que no se acaba.

Para los que como yo se lo perdieron, aquí va uno de Fonollosa. Ya entendí, porque le llaman maldito.

WEST BROADWAY

Puede hacerlo cualquiera. Comprobado.

Si en ti hay la aberración, rara e inútil,
de querer ser un nombre que trascienda,
no estudies ni te esfuerces. Simplemente
aprende a manejar una pistola.

Y piensa en esas rémoras que viajan,
sin billete, montadas en ballenas.
Tómate un whisky doble en un pub caro
y examina la lista de importantes.

Elige el personaje destacado
con el que desearías asociarte
y compartir su gloria en el recuerdo.
Y usa acertadamente esa pistola.

El sistema funciona desde Eróstrato.

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Sor Juana Inés, el regreso

agosto 14, 2008

Así suelen anunciarse las sagas de Batman, Indiana Jones y La Guerra de las Galaxias, todas esas tercera partes con la que nos agobia la industria del cine para engordar ganancias y arriesgar poco. Pero Sor Juana Inés de la Cruz no es ningún personaje ‘hollywoodense’, aunque hay una película -muy buena por cierto- de la directora argentina María Luisa Bemberg sobre su vida: Yo, la peor de todas. Juana de Asbaje, como dijo el intelectual mexicano, Octavio Paz, es la mujer que se metió a monja para poder pensar. Y digo que regresa, porque entre los bestsellers y el olvido quedan solo los libros de bolsillo, como un estrecho filo por donde nos movemos con obediencia los lectores. Sin embargo, Biblioteca de Literatura Universal) Blu ha decidido inaugurar su colección Minor con «Veintiún sonetos de amor y otros poemas», de Sor Juana Inés de la Cruz. La llamada Safo mexicana o la séptima musa, uno de sus seudónimos, escribió estos sonetos cuando vivía en la corte y era la dama de compañía de la virreina Leonor María Carreto. Un crítico escribía asombrado de «la pasión y los ardientes efectos de los veintiún sonetos de amor de una monja que no ha podido gustarlos, sino tan sólo construirlos con la fantasía». Al parecer, el estudioso ignora lo que sugiere Paz en su ensayo «Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe». La mexicana firmaba como Laura los sonetos que dedicó a la virreina, de la que se habría enamorado. ¿Eso explicaría su posterior enclaustramiento? No lo sé, sería especular demasiado sobre el pasado. Lo cierto es que a Sor Juana fue perseguida por su talento y por su interés en cosas tan ajenas al universo femenino como el conocimiento. A los que la acusaron de escribir versos Sor Juana contestaba tomando las palabras de Dios como argumento: «si componer versos era algo pernicioso para el cuidado del alma no habría tanta poesía en las Sagradas Escrituras».

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El insomnio de Virgilio Piñera

julio 9, 2008

Virgilio Piñera es de los escritores cubanos que más me gusta. Era un tipo irónico que escribió poesías, cuentos, novelas y obras de teatro. Pasó un hambre honda e intensa durante casi toda su vida, antes de la revolución y después. No lo valoraron mucho en vida, ahora, después de muerto, quizás un poco más, porque ya su irreverencia parece más inocua, más inofensiva. Y sin embargo, detrás de este insomnio  está su cara de desvelo, su acidez, su imaginación para ponerle nombre a todo. Como en esa novela en la que el diamante se llama Delfi, Fidel al revés, y uno de los personajes termina tirándolo por el inodoro. En fin, este es Virgilio, el cubano, el que no acompañó a Dante a bajar a los círculos del Infierno, pero que igual, vivió el suyo. He puesto una poesía en la parte correspondiente. Y hoy que estoy como él os lo dejo para vuestras consideraciones. Me fío de vuestro gusto.

El hombre se acuesta temprano. No puede conciliar el sueño. Da vueltas, como es lógico, en la cama. Se enreda entre las sábanas. Enciende un cigarrillo. Lee un poco. Vuelve a apagar la luz. Pero no puede dormir. A las tres de la madrugada se levanta. Despierta al amigo de al lado y le confía que no puede dormir. Le pide consejo. El amigo le aconseja que haga un pequeño paseo a fin de cansarse un poco. Que en seguida tome una taza de tilo y que apague la luz. Hace todo esto pero no logra dormir. Se vuelve a levantar. Esta vez acude al médico. Como siempre sucede, el médico habla mucho pero el hombre no se duerme. A las seis de la mañana carga un revólver y se levanta la tapa de los sesos. El hombre está muerto pero no ha podido quedarse dormido. El insomnio es una cosa muy persistente.

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Mi Mario Benedetti

junio 17, 2008

No voy a escribir de Mario Benedetti, porque el periódico me traiga malas nuevas. No me consta que yo me haya afiliado al ministerio de los Premios, esa institución donde reparten condecoraciones y medallas mirando antes la fecha de nacimiento, para ajustarse al momento exacto de la muerte. No voy a hablar de ese poeta que llenó mi adolescencia de metáforas como el que está a punto de morir. Este no es un blog de necrológicas y porque yo no estudié medicina para entender cuan grave es el estado de salud de Benedetti. Sólo sé que le fallan sus pulmones. ¡Qué irónía! Él que tanto oxígeno ha repartido.  Voy a escribir lo que sé de él y que no es mucho, advierto. Que sus poemas fueron los únicos porros que me fumé para volar; que con sus libros apilados hice un montón de botellones de poesía, con los que me emborraché cientos de noches seguidas. Que Benedetti va a ser siempre aquel hombre de sonrisa ladeada y melancólica que un día leyó sólo para mí Chau número tres en una sala oscura repleta de gente. Era la Casa de las Américas, en La Habana y yo tenía muy poca edad para entender toda la intensidad que encierra un ‘chau’, del número que sea, pero igual lo sentí. Desde entonces, se hizo peor la dependencia y mi adicción es ya incurable. Y descubrí a Vallejo dando traspiés entre dos estrellas, a Borges, a Pessoa, a Sabines, a Girondo, a Cortázar, a Dalton, y fue el inicio de la promiscuidad poética. Es así, a pesar de todos ellos, o con todos ellos incluidos. Aunque nunca me quede con sus libros y termine regalándolos, Benedetti está en cada tiempo de pausa, siempre se queda conmigo y yo con él.

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Las diez calles ‘rosa’ de Eduardo Mendicutti

abril 5, 2008

El escritor Eduardo Mendicutti, ha terminado su última novela, ‘Ganas de hablar’, publicado por Tusquets. En lo que decidís si comprais las vans en rebajas o el libro, os cuento otra de este gaditano afincado en Madrid. En ‘Ganas de hablar’ a un ‘mariquita de pueblo’ le dedican una calle con su nombre. Ya puestos en el tema Mendicutti revela a la revista Shangay a los mariquitas ilustres a los que le pondría una calle. Para Rock Hudson nada mejor que en la zona donde se concentran los cines, los teatros, los cabarets y los tablaos; el escritor piensa que un buen lugar sería «paralela a la calle Miguel de Molina». Los colegas de profesión, Truman Capote y Marcel Proust también merecerían su trocito de asfalto. Al autor de ‘A sangre fría’, le pondría una calle como la madrileña Ortega y Gasset en el que están todas las tiendas de lujo, mientras que la calle de Proust podría estar «situada en el barrio de las Letras». La fantasía urbanita de Mendicutti no termina aquí. Y quisiera además que Tom de Finlandia contara con su calle, claro está. Y que pudiéramos mencionar el nombre de la vía sin que nos vinieran a la mente policías y marineros empalmados, si no, que sería «una calle de tiendas de ropa y complementos leather», y tal vez hasta con una comisaría, «donde se ‘pusieran las botas’ carceleros y encarcelados». Un Mendicutti más clásico, reclama una calle para Alejandro Magno, junto a la Puerta del Sol. «Para recordar que la milicia, el valor y la virilidad no están reñidos con el amor entre hombres». En la reflexión que hace el defensor de la ‘Literatura gay’ , incluye a otro escritor francés: Jean Genet que podría tener su espacio transitable , quizás una «calle de tugurios llenos de jóvenes estibadores musculosos, en una zona portuaria o cerca de la estación de trenes». Del mundo del deporte Mendicutti quisiera inmortalizar a Greg Louganis, el tantas veces campeón de saltos. Para él, una calle con «montones de saunas y baños turcos y de baños públicos». En el selecto barrio de La Moraleja, el autor sueña con la calle de Coccinelle, «una de las pioneras del poderío trans». Por el momento, hasta que no proponga el referéndum, todo queda en las fantasías de este gran diseñador de palabras que es Eduardo Mendicutti.