Archive for 8 de abril de 2008

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Haz algo de Couso, pero sin dar caña…

abril 8, 2008

Un 8 de abril, pero hace cinco años un tanque estadounidense, de esos que siempre equivocan el blanco, mató a José Couso, un cámara de la cadena Telecinco. ¿Estaba en el lugar y en el momento equivocado? No lo creo, yo también hubiera estado ahí contando mi verdad. Couso estaba haciendo valer ese derecho a la libertad de información, eso que algunos confunden con los insultos en los programas del corazón. Lo cierto es que en Iraq han muerto más de 300 periodistas, desde que empezó la operación estadounidense para salvar al mundo del terrorismo. Es la cifra más alta de profesionales de la información muertos desde Crimea en 1854, donde murió el primer corresponsal. No exagero, es así. El día que los soldados estadounidenses dispararon al Hotel Palestina, de todos conocido, sede de la prensa, murió el cámara español José Couso y un colega ucraniano, Taras Protsyuk de la Agencia Reuters. Hoy me pidieron que escribiera algo sobre la muerte del reportero, víctima de la guerra. Mi jefa me ha advertido de escribirlo, pero sin dar mucha caña. No entendí la frase y la entendí tan bien que me quedé aplastada sin saber qué pensar. No dar mucha caña. Eso es precisamente lo que ha hecho el Gobierno español con el caso Couso. No darle mucha caña a EEUU. No sea que, el pobre Bush, se enfade con tanta ingratitud y en la próxima cumbre el presidente del Mundo olvide saludar a Zapatero.

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La contienda

abril 8, 2008

Se miraron de arriba a abajo y no sería la última vez que lo harían. Eran contrincantes. Podían repetir este teatro todas las veces que quisieran. Por aburrimiento, por curiosidad, por venganza. No había otra razón más potente que los separara y, al mismo tiempo los uniera, que la rivalidad. Una condición, seguramente injusta para definir este encuentro, para este fingido y repentino interés del uno por el otro. La escena estaba servida. Las lámparas de sol apuntaban inmóviles sobre sus cabezas, mientras la plaza esperaba ansiosa la contienda. Los contrincantes miraron a su alrededor y solo descubrieron el vacío. Concentrados, esperaban la señal que marcaba el comienzo. Cuando llegó, imperceptible casi como un roce, el combate empezó. Todavía continúa. Sin mí.